De ahí la costumbre de recogerlo sin permitir que caiga al suelo, y de colgarlo del techo.
Se utilizaba con profusión en las festividades asociadas al final del año celta, hacia el 1 de noviembre, y del solsticio de invierno. Con la aparición del cristianismo, entre el pueblo, siguió siendo considerado un buen augurio para sus poseedores, siempre que se hubiera cortado con la debida reverencia, pero su fuerte simbología pagana hizo que cayera en desuso, salvo en lo que se refiere a la tradición “romántica”.
En la actualidad, en algunas culturas, existe la costumbre de besar a la pareja debajo del muérdago (colgado normalmente del dintel de una puerta o del techo, a falta de un roble o una encina): se supone que hace perdurar el amor.
Esta costumbre es muy antigua, ya que se consideraba que, besarse debajo de un árbol con muérdago, hacía durar el amor o incluso podía iniciarlo.
Tambien posee innegables virtudes para combatir la arteriosclerosis y la tensión arterial. |