Un exponente de esta corriente del pensamiento fue el filósofo francés René Descartes (siglo XVII). Descartes sostenía que los animales carecían de estado consciente, de inteligencia y de cualquier proceso mental análogo al del ser humano. Muchos psicólogos y fisiólogos compartieron, e incluso comparten en la actualidad, este concepto. Para ellos los procesos mentales superiores que rigen el comportamiento humano están gobernados por principios distintos de aquellos que rigen el comportamiento animal. Suelen afirmar que los comportamientos de los animales son de dos tipos: instintivos y producto del condicionamiento. Si bien es cierto que el movimiento de la cola en los perros y el ronroneo de los gatos son comportamientos instintivos, la risa, la sonrisa y el llanto de los humanos también lo son. Evidentemente no sólo los animales son portadores de este tipo de patrones de comportamiento.
Por otro lado, muchos propietarios de perros, haciendo caso omiso de las mencionadas opiniones, piensan de manera diferente. "A mi perro sólo le falta hablar", "mi perro odia a mi vecina porque ella odia a los perros", "a mi perro le encanta que le regale juguetes y se muestra muy contento cuando lo hago", son comentarios corrientes entre estos propietarios. Si bien la mayoría de estas personas no son imparciales, producto de que tienen un vínculo sumamente estrecho con sus animales y además no poseen los conocimientos para realizar estudios objetivos, ellos no dudan en afirmar que sus animales tienen sentimientos.
¿Cuál de estas dos visiones acerca de este tema es la correcta? ¿Dentro del ámbito científico existen opiniones que avalen las afirmaciones recién mencionadas?
Un científico prominente como Charles Darwin afirmaba que "las distintas emociones y facultades -como el amor, la memoria, la atención, la curiosidad, la imitación, etc. de las que se jacta el hombre, se encuentran en forma incipiente y a veces bien desarrolladas en los animales inferiores". Otras autoridades científicas comparten esta visión de los hechos. El Profesor Donald Griffin (autor del libro Animal Awareness), el Dr. Stephen Walker (autor del libro Animal Thought) y especialmente una de las autoridades más conocidas y reconocidas en cánidos, el Dr. Michael W. Fox (autor de innumerables artículos científicos y varios libros) concluyen que los animales poseen, en grado variable, capacidad de razonamiento, sentimientos y comportamiento inteligente.
Si compartimos esta última visión, la cual personalmente comparto, ¿podríamos entonces afirmar que los perros con quienes convivimos presentan emociones ante un obsequio que les entregan sus compañeros humanos?
Si observamos cómo reaccionan algunos perros ante determinados obsequios podríamos afirmar que los seres humanos no somos los únicos que manifestamos emociones en estos casos. Todo buen observador notará que un perro al cual su dueño le trae un obsequio adecuado que permita el juego interactivo con el ser humano, por ejemplo un juguete tal como una pelota o un frisbie, mostrará a través del lenguaje corporal y gestual signos compatibles con situaciones placenteras cuando la persona en cuestión le entregue el juguete y luego comience a jugar interactivamente.
A su vez el mismo observador notará que un perro al cual su dueño le traiga un obsequio inadecuado, es decir uno que satisfaga sus propias necesidades pero no las del animal, como por ejemplo un vestido, podrá mostrar a través del lenguaje corporal y gestual una total indiferencia cuando la persona en cuestión le entregue el obsequio o incluso signos compatibles con situaciones displacenteras en el momento que intente ponerle la prenda.
En síntesis creo que los perros con quienes convivimos pueden presentar desde una total indiferencia hasta emociones placenteras o displacenteras ante un obsequio que les entreguen sus compañeros humanos. La reacción que manifiesten los animales dependerá de si el obsequio en cuestión cubre sus propias necesidades y
hasta sus preferencias o sólo las de los seres humanos que
con tanto amor realizan el regalo. |