Tratamiento:
El control muchas veces es difícil; la castración no soluciona del todo el problema y, a veces, tampoco el tratamiento farmacológico. En cuanto al asunto de la castración, según Beaver (1999), los machos sin castrar puede que actúen de una manera un poco más intensa una vez que se desata el comportamiento, pero la castración no afecta por lo general a esta forma de agresividad de una manera significativa (O"Heare, 2007).
El tratamiento se basa en reducir el estímulo que induce las conductas agresivas hasta tal punto que el animal no reaccione. Esto se consigue con el contracondicionamiento: buscamos que el perro efectúe una conducta durante el acercamiento de las personas que invaden el territorio que sea incompatible con una respuesta de agresividad, disminuyendo por tanto ésta.
Esto se consigue mediante un programa de adiestramiento consistente en la desensibilización sistemática. La misma consiste en exponer al perro a estímulos a un nivel muy bajo de exposición, controlando la distancia, duración y distracción para que el animal no experimente una respuesta sensibilizada, y de este modo se le permite al mismo habituarse a la intensidad de la exposición.
En el tratamiento es imprescindible el adiestramiento del perro a obediencia básica para tener un control absoluto del animal, de lo contrario fracasaremos. Aconsejo que se le realice las siguientes órdenes: sentado, echado, junto, llamada, quieto y “NO” -que utilizaremos como orden de bloqueo-. También se le enseñará la orden de suelta -por si llegara a morder a alguien-, aunque al perro no se le puede dar ninguna oportunidad de que intente atacar o morder a ninguna persona. |