Los científicos esperan que del análisis detallado de este plano genético que describe los 39 pares de cromosomas que posee cada una de sus células surgirá una nueva comprensión de la salud canina... pero también de la humana.
"La singular historia de la cría del perro doméstico ofrece una oportunidad inigualable de explorar las bases genéticas de la susceptibilidad a enfermedades, la variación morfológica y los rasgos de comportamiento", afirma en su introducción el trabajo de 17 páginas del equipo científico liderado por Kerstin Lindblad-Toh.
El perro fue el primer animal en ser domesticado, hace entre 15.000 y 100.000 años. Se cree que arribó a América acompañando a los seres humanos del pleistoceno, que llegaron a través del Estrecho de Bering.
Aunque todas se originan en un único antecesor, el lobo asiático, las razas modernas despliegan una notable diversidad de rasgos (fenotipos). Tras cientos de años de cría deliberada, el perro se convirtió en el sueño del genetista.
"La extraordinaria variación en forma, tamaño, comportamiento y fisiología de las razas hace del perro un modelo genético único -afirman los investigadores-; cada raza pura es una población genéticamente aislada, con estructuras genéticas simplificadas que pueden relacionarse con sus rasgos físicos."
Según informan, desde el punto de vista de sus genes, el perro es más parecido al ser humano que el ratón de laboratorio. Los doctores Eduardo Arzt, profesor del Departamento de Fisiología y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y Víctor Castillo, profesor adjunto de clínica médica de la Facultad de Veterinaria, aprovechan esta semejanza en sus investigaciones en tumores de hipófisis.
"Estos tumores en el perro son muy parecidos a los que se encuentran en el ser humano", afirma Arzt. Para el investigador argentino, contar con la secuencia del genoma canino permitirá analizar, por comparación, la evolución de genes y proteínas asociados con enfermedades, y también avanzar en la medicina veterinaria.
Para Castillo, el genoma canino ayudará a entender la fisiología de las enfermedades genéticas, pero también las patologías óseas y endócrinas, como la diabetes o los tumores.
"La historia clínica del perro sigue de cerca a la del hombre -explica Castillo-. Antes, cuando el ser humano era cazador y recolector, el perro también cazaba. Ahora que el ser humano sufre problemas por el sedentarismo, lo mismo le pasa al perro: padece diabetes y otras enfermedades endócrinas. La comparación de ambos genomas ayudará a comprender el desarrollo de estas patologías."
Para elegir el ejemplar que ofrecería su ADN a la ciencia, Lindblad-Toh y sus colegas invitaron a clubes de criadores y a veterinarios a presentar sugerencias con la idea de que la homogeneidad genética del animal simplificaría el gigantesco rompecabezas que significa combinar millones de secuencias en un único texto. La elegida fue Tasha, una boxer que desde hoy constituye el genoma de referencia. Utilizando esa información como una suerte de "brújula", los científicos "navegaron" en los genomas de otras 10 razas y de especies relacionadas, como el coyote y el lobo, para individualizar sitios de variación genética que pueden utilizarse para localizar causas de enfermedades.
Según informan los investigadores, ya se identificaron cientos de desórdenes compartidos entre perros y humanos, muchos de los cuales se encuentran sólo en una o un par de razas. Por ejemplo, la narcolepsia predomina en los doberman; el cáncer renal hereditario, en los pastores alemanes.
"De los más de 5500 mamíferos que existen en la actualidad, los perros son probablemente los más notables -afirmó Eric Lander, director del Instituto Broad y uno de los autores del trabajo-. Su increíble diversidad física y de comportamiento está codificada en su genoma y podrá ayudarnos a entender el desarrollo embrionario, la neurobiología, las enfermedades y las bases de la evolución." |